temporal, entran a un estado de muerte eterna. A menos que Dios intervenga, la vida del hombre es, de principio a fin, un estado de muerte. Puede parecer una contradicción decir que la vida del hombre es un estado de muerte, pero debemos entender que la muerte no es aniquilación. Aunque nuestros cuerpos muertos vuelvan al polvo, Jesús dice que están en las tumbas esperando la resurrección (Juan 5:28, 29). Se debe entender la muerte como separación y no como aniquilación. La muerte
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